Períodos de Hallstatt y La Tène

El período de Hallstatt

        En la localidad de Hallstatt situada al norte de Austria, a orillas de un lago, los arqueólogos han descubierto más de 2000 tumbas de hombres que trabajaban en las minas de sal de ese lugar. La nueva cultura desarrollada en esta región será relacionada de aquí en más con este sitio, dando su nombre a la primera mitad de la Edad de Hierro. Es precisamente este metal el que aportará los progresos técnicos en la construcción de vehículos, necesarios para que el cruce de los Alpes se agilice, aumentando los intercambios comerciales y difundiendo técnicas nuevas.

          El origen de la cultura de este período es oscuro. No determina con precisión a un solo pueblo, sino que que ha sido desarrollada tanto por celtas, ilirios y vénetos, como también por otros pueblos cuyos nombres no nos han llegado. Muchos historiadores se inclinan por hablar de una moda o corriente de Hallstatt que se caracteriza por la decoración geométrica de objetos, venida desde oriente a través de griegos y etruscos. Sin embargo, pese a que estos dos pueblos han difundido la tendencia geométrica en las decoraciones, poco se encuentra de ellos en la cultura de Hallstatt. Sí puede asegurarse que el conocimiento de la producción y la técnica del hierro ha sido el factor fundamental en la formación de esta nueva cultura, donde el impulso se debe indudablemente a los celtas; al mismo tiempo, las planicies comienzan a ser abandonadas en beneficio de los terrenos altos como lugares de hábitat. La ganadería, adaptable a la altura, comienza a predominar sobre la agricultura, más propicia de las zonas bajas. Al analizarse los desperdicios alimenticios, se comprueba un significativo aumento en el consumo de carnes, que indudablemente ha traído aparejada la necesidad de la sal para su conservación. Así se explica el auge que han tenido en esta época las minas de sal, y la existencia de lugares como Hallstatt.

          El impulso de tal característica social puede rastrearse en los cimerios, quienes controlaban las llanuras al este del Danubio, y que popagaron en Europa el arte de montar a caballo. Se han encontrado bridas y bozales de formas características en una franja europea que va desde el Cáucaso hasta el Flandes belga. De ellos, también la cultura de Hallstatt tomó (en el caso de los celtas, retomó) la costumbre de enterrar a los muertos ricos en una cámara de madera cubierta de un túmulo de piedras y tierra; hábito emparentado a los kurganos, que estos pueblos habían adquirido en sus contactos con las sociedades de Rusia central, las que a su vez las tomaron del contacto con los asirios, que originaron el uso del carro funerario. Esta costumbre retomada en esta nueva ola por los celtas, tiene su auge entre los siglos VII y V a.C. en el valle del río Marne, por lo que en un primer momento se le llamó cultura de los Jefes (o Príncipes) Marneanos, cuya riqueza se basaba, como ya he dicho, en el control de los intercambios entre el mundo mediterráneo y la Europa central y la nórdica.

          La amplia región que vinculamos a la cultura de Hallstatt conoció un desarollo bastante homogéneo hasta el año 600 a.C. en que los fóseos, pueblo griego en expansión comercial, fundan Massalia (Marsella) para abrir rápidamente un corredor comercial a lo largo de la costa mediterránea de la Provenza y el Languedoc franceses. Esto provocará la evolución cultural de la zona occidental emparentada a Hallstatt, netamente celta. Además de los cambios ocasionados en los pueblos ligures antes de ser celtizados por los galos, los griegos llegan hasta el Monte Lassois, al norte de la Borgogna (Bourgogne) francesa, para servirse del río Sena en su ruta tras el estaño de Cornwall, en el sudeste de Inglaterra. En este Monte Lassois tenemos el ejemplo más contundente de este cambio cultural: la tumba principesca de la dama de Vix, donde se ha encontrado la más grande crátera griega que se conoce. Pero también sobre el Danubio tenemos otro ejemplo de la expansión massaliota y su influencia en estas sociedades del centro occidental europeo: el sitio de Heuneburg, en Alemania, el que presenta un muro de fortificación de más de 4m de altura, construido con ladrillos de arcilla seca elevados sobre un zócalo calcáreo, con las medidas típicas de los de las ciudades griegas de Sicilia (40 x 40 x 8cm), y la técnica similar a las aglomeraciones ligures.

         Según las raras indicaciones históricas (Heródoto, Hecatés de Mileto), los habitantes de sitios como Heuneburg, el Monte Lassois, como también Hockdorf, Bylany, Vilsingen, Chassey, Bourges y otros de esta gran región de la cultura de Hallstatt, eran keltas o celtas.

 

 

 

Izquierda: dibujos de tumbas halladas en Hallstatt debidos a Johann George Ramsauer. Derecha: ornamentación de un hacha hallada en en una de las tumbas, que dataría del s. VII a.C. De factura local, los investigadores creen ver en ésta la influencia del arte de otros pueblos, que debe haber penetrado por el corredor comercial de los Alpes. Sí es bueno reparar que la simplicidad para delinear las figuras típica del arte celta ya es notoria tanto en el jinete como en el caballo.

 

   
 

Derecha: un tintinnabulum (especie de sonajero de adorno que se ponía a los caballos) hecho en bronce, encontrado en un pantano de Vaudravanges, Sarre (Francia) que data del s.VIII a.C. Izquierda: la obra celto-gala más impresionante que se ha encontrado hasta hoy. Un torque (collar rígido) hecho en oro macizo enterrado junto a su noble dueña bajo el tumulus de Vix, Côte-d'Or (Francia) en el s.VI a.C.

 

 

 

 

El período de La Tène

         Hacia el año 490 a.C. la edad de Hierro entra en una nueva fase que culturalmente se asociará con La Tène, sitio sobre el lago Neuchâtel, en el oeste de lo que hoy es Suiza, que fuera descubierto en 1853. En el antiguo lecho de un río fueron hallados unos 2500 objetos, entre los cuales figuraban 250 estuches de espadas y 320 hojas de lanzas, con características similares a otros hallados en el centro de Francia y norte de Italia. Los caracteres estilísticos de estos objetos encontrados en La Tène van a identificar a la cultura celta de la Edad de Hierro reciente _en la que incluimos a nuestros galos_, ya que muchos utensillos, objetos de decoración, armas, joyas, tienen rasgos comunes, diferenciables de los de otras sociedades. Lo que debe tenerse en cuenta es que durante los casi cinco siglos en que se desarrollaron estos caracteres estilísticos en una región de Europa que en un primer momento se centró en Renania, Bohemia, Champaña (Champagne), Ardenas (Ardennes) y Borgoña, irán sufriendo paulatinas modificaciones. De todas maneras, los objetos de uso corriente presentan ciertas características que son comunes a todas las tribus celtas, como las armas, con características particulares en el guardamano y la vaina, más allá de las variantes que presenten. Por esta razón, sitios como Alisia (Alesia)13, Marzaraboto, Bibracta, e incluso La Tène misma, han podido ser identificados como celtas. Otro elemento identificatorio de esta cultura lo es la ornamentación de piezas en relieve y grabado, como también las incrustaciones de coral y de vidrio coloreado.

          Los historiadores convienen en señalar el período de La Tène como el de la cultura celta propiamente dicha. Algunos han coincidido además en la creación de nuevas subdivisiones en éste: I) antes de la expansión celta (-480 a -400); II) la migración celta (-400 a -200); III) el retroceso celta luego de un intento frustrado de expansión (-250 a -125); IV) el desarrollo de una cultura tardía celta en Europa central (a partir de -125). Después de la ocupación de las Galias por Julio César, de la Germania meridional y occidental por Augusto, los celtas fueron aislados en las extremidades de Europa (Escocia, Irlanda, Bretaña armoricana y el país de Gales), donde continuaron desarrollándose con más o menos suerte durante unos siglos más.